Traigo los parpados cansados y la fatiga de un empleo hastiado, un atardecer suculento me sonríe burlón mientras recorro el camino a casa en silencio, la bulla de la ciudad me aturde y las carcajadas de tres niños en pijama, de seguro a punto de dormir, no ansío nada,lo necesito todo. Llego a un apartamento mustio, mi sombra es mi única compañera,los rayos del sol parecen evitar mi pieza. Me deshago de los calcetines, siempre me han molestado, gusto de caminar descalza. Enciendo la tv solo para renegar de la programación basura, me niego a seguir viendo tanta estupidez, acciono el botón de apagado y lanzo el control remoto al sofá para seguirlo yo en pocos minutos, la quietud del recinto me carcome, siento el cuerpo pesado y soy incapaz de levantarme. Mil pensamientos aguijonean esta mente podrida, los espanto como si fueran moscas, no me alcanza para el insecticida. El sonido del trafico se filtra por mis ventanas cerradas,el mundo sigue allá afuera, lo detesto desde el riñón. Es curioso como puede pasar el tiempo, puede ser eterno si quieres que se suceda rápido, sobretodo de noche. Observo su paso lento con un solo ojo, en esta mi noche temprana y maldigo la relatividad de Einstein, la encuentro insoportable, como todo a mi alrededor.
Levanto este despojo humano que se supone mi cuerpo mientras el sueño se insinúa ajeno, abro la llave de la ducha para reaccionar mi entumecida alma, esta helada pero nunca pudo importar menos, observo mi ropa mojada y la ausencia de calcetines. Me invade una nostalgia absurda y una carcajada aterradora se apodera de mí, siento erizada la piel, tengo miedo de mi misma. Cierro la llave del grifo, los cabellos por mi cara, aun sigo descalza, salgo de la ducha y el espejo me devuelve mi verdadero rostro, desvalido, llevo ojeras hasta en los huesos.
Busco a tientas el control remoto, el silencio pesa 3 toneladas, enciendo la tv y sigue aquel programa basura, cambio de canal pero es la misma tontería con otro nombre, voy pasando de canales, todos cantan la misma mierda, no me sorprende que los chicos de ahora sean tan estúpidos, el país se echa a perder mientras la futura generación anima a una parvada de avestruces. Silencio la tv pero no la apago, los niños se ven felices de ver esa basura ¿por qué no funciona conmigo? Mi ropa todavía está goteando, siempre sin calcetines, el programa basura sigue sintonizado, los
cabellos en mi cara y los minutos eternos. Al menos las zapatos están secos.