jueves, 19 de junio de 2014

Al menos los zapatos están secos...

Traigo los parpados cansados y la fatiga de un empleo hastiado, un atardecer suculento me sonríe burlón mientras recorro el camino a casa en silencio, la bulla de la ciudad me aturde y las carcajadas de tres niños en pijama, de seguro a punto de dormir, no ansío nada,lo necesito todo. Llego a un apartamento mustio, mi sombra es mi única compañera,los rayos del sol parecen evitar mi pieza. Me deshago de los calcetines, siempre me han molestado, gusto de caminar descalza. Enciendo la tv solo para renegar de la programación basura, me niego a seguir viendo tanta estupidez, acciono el botón de apagado y lanzo el control remoto al sofá para seguirlo yo en pocos minutos, la quietud del recinto me carcome, siento el cuerpo pesado y soy incapaz de levantarme. Mil pensamientos aguijonean esta mente podrida, los espanto como si fueran moscas, no me alcanza para el insecticida. El sonido del trafico se filtra por mis ventanas cerradas,el mundo sigue allá afuera, lo detesto desde el riñón. Es curioso como puede pasar el tiempo, puede ser eterno si quieres que se suceda rápido, sobretodo de noche. Observo su paso lento con un solo ojo, en esta mi noche temprana y maldigo la relatividad de Einstein, la encuentro insoportable, como todo a mi alrededor.
Levanto este despojo humano que se supone mi cuerpo mientras el sueño se insinúa ajeno, abro la llave de la ducha para reaccionar mi entumecida alma, esta helada pero nunca pudo importar menos, observo mi ropa mojada y la ausencia de calcetines. Me invade una nostalgia absurda y una carcajada aterradora se apodera de mí, siento erizada la piel, tengo miedo de mi misma. Cierro la llave del grifo, los cabellos por mi cara, aun sigo descalza, salgo de la ducha y el espejo me devuelve mi verdadero rostro, desvalido, llevo ojeras hasta en los huesos.
Busco a tientas el control remoto, el silencio pesa 3 toneladas, enciendo la tv y sigue aquel programa basura, cambio de canal pero es la misma tontería con otro nombre, voy pasando de canales, todos cantan la misma mierda, no me sorprende que los chicos de ahora sean tan estúpidos, el país se echa a perder mientras la futura generación anima a una parvada de avestruces. Silencio la tv pero no la apago, los niños se ven felices de ver esa basura ¿por qué no funciona conmigo? Mi ropa todavía está goteando, siempre sin calcetines, el programa basura sigue sintonizado, los
cabellos en mi cara y los minutos eternos. Al menos las zapatos están secos.





lunes, 16 de junio de 2014

Beat

Hoy vuelvo a la quietud de la playa, el viento mece la maraña que siempre fue mi cabello y del que tu eras el único admirador, siempre discutíamos la forma en la que lo llevaba, tu lo querías libre como nuestras ansias de nada, yo lo odiaba en cualquiera de sus formas. 
Tengo entumecidas las orejas, no importa, La melodía del mar es un marco perfecto para extrañarte, sentada en una tumbona que ojalá fuese la misma que tantas otras veces nos aguanto la nostalgia y de la que lamentablemente ni siquiera recuerdo el color pero que en mi defensa responsabilizo a la oscuridad que nos regalaba la noche, pues siempre buscábamos esas horas, esa quietud que solo te insinúa la negrura del mar por las noches y que sentíamos epílogo perfecto de nuestras almas.
Fueron tantas veces que acudimos a la planicie de lo infinito, particularmente recuerdo aquel día de fiestas en que una vez mas fuimos a velar la nada, aquella añoranza estúpida que siempre nos ha poseído y que nos unía en un ritual silente de miradas perdidas al horizonte, siempre fuimos dos náufragos que nunca aprendieron a nadar pero que se las ingeniaban para sonreír. Dos tontos a los que se les confundieron los abismos metafísicos. Recuerdas aquel día? La oscuridad del cielo contrastaba con la única estrella que parecía velar nuestra ansiedad, los infaltables cigarrillos que ya formaban parte de nuestros rituales tan frecuentes por esos días y aquel vino marqués que nos endulzaba la melancolía tan nuestra, la amable voz de un cantante de rock de esos que te invitan al suicidio cuando sientes un vacío en el pecho que no sabes arrancar y que no hacerlo hace mas daño que un cuchillo recién afilado pero que tienes que aguantar en el día a día aun sabiendo que nada tiene sentido. 
Permanece también aquella locura de la que fuimos participes esa misma noche, la recuerdas? Me refiero a la tristeza que se apoderó de mi y que poco a poco fue dando paso a la ira solo para terminar desfogando contra las olas. Grité tanto esa vez que termine riendo a carcajada partida, tu por otra parte te me quedaste viendo por un rato, insondable, para luego seguirme en mi concierto de reclamos a un estrepitoso mar que solo respondió con mas olas como si quisiera mostrarnos la verdadera fiereza y luego tranquilizarnos con el murmullo de unas aguas soñolientas que nos empapaban los talones.
Tampoco olvidare nuestras charlas de tres horas, esas en las que el silencio formaba parte activa de las respuestas. Aquellas charlas de sueños tambaleantes que nos gustaba alimentar y de los que nos contábamos. Tu fotógrafo, yo poeta. Tu reías con mis ocurrencias, algunas infantiles pero que nunca desdeñabas por mas descabelladas que fueran. Recuerdas que quería aprender a tocar el saxo? tu eras aprendiz de pintor y aunque nunca pude ver un cuadro tuyo, tengo la certeza de que me gustarían.
Lo que jamás olvidare y se que no podría, son las promesas que nos hacíamos una y otra vez, esas que ahora duermen en la memoria y que pesan en la conciencia y de las que tu ausencia es prueba irrefutable de que mentíamos vilmente.
Es hora de ir a casa, grito una vez mas como tributo a lo que una vez fue nuestra amistad. Te extraño tanto tonto nihilista!
Tu ausencia escuece en la memoria y solo puedo asirla como un recuerdo de lo que ya no es.
Tan beat, beat, beat.