Porque aun después de vaciar la refrigeradora
sigo teniendo sed, traigo un incendio en el pecho que solo tú puedes incendiar. Es gracioso no recuerdo siquiera tu rostro
pero tengo memoria de tu pecho. Cierro los ojos y te recuerdo a precisión de
ciego ¿Cuándo fue que nos fuimos perdiendo? tontos de nosotros, que tratamos de
vivir una locura sin darnos cuenta que las locuras son fugaces y solo existen
para el recuerdo, parecen estar hechas para las anécdotas, ¡para encerrarnos de
recuerdos! y la realidad nos dio de lleno en la cara, nos fuimos extraviando aun
estando de frente, como sucede siempre, poco a poco y sin estar conscientes,
empezamos a caminar caminos diferentes, ¡perdiéndonos cada vez que más nos acercábamos!
¿Qué cómo es eso? pues tal vez sean solo
locuras de un corazón derrumbado, venido a menos por el terremoto que vivimos y
que como todo desastre natural siempre termina acabando. ¿Si fue intenso? es
que acaso existe locura sin intensidad? pues venga! 10 grados a la escala de
Richter, si así es como se escribe, algo sin necesidad de ortografía, a
silencio y en lenguaje mudo, de besos prestados y
tatuajes de almas, de esas que no se borra con cirugías laser ni con otra
tecnología interdimensional. Fue un amor a lo loco, ¿ya dije ciego? pues vaya
que me repito, sin lazarillos, avanzamos
a tientas con ánimos de caernos, sin notar el abismo que nos rodeaba nos
lanzamos a un acantilado con el paracaídas roto, y como ves, terminamos
mojados, empapados hasta el tuétano.
Traigo los huesos goteando y en
mi closet no está tu pecho.
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