Ya veo lo que podrías decir y es
que ni una promesa te he podido cumplir; pero no puedo mantenerme aquí, pues
nuestra cercanía se ha vuelto insostenible. No porque lo quiera yo sino porque
duele mucho y no del dolor físico que perfectamente se puede soportar (ya sabes
de lo que voy) sino porque me parece un golpe bajo a la que alguna vez fue
nuestra amistad. Y aunque tal vez no soy la mejor de los dos, tú cargas culpa
en este fragmento de corazón; pues ya no me hablas, ya no me miras. Nuestra
camaradería es una sombre ahora desnutrida.
Me alejo porque ya no se puede
estar más lejos, pues tú lo has decidido así, ya no nos caben las tonterías!
Soy consciente de que es lo mejor, que de los dos, yo siempre fui la peor!
Pero qué sentido tiene tanta
melancolía, si aún no me voy ya te
empiezo a extrañar? Si cuando llegas, sólo espero que hables de cosas sin
sentido, de nuestras locuras del día a día. Si cuando tengo ganas de beber, mi
teléfono tiene marcación automática y recuerdo que ya no me compartes ni una
copa, y ya no me besas las manos cuando se me ocurre alguna genialidad (de ésas
que sólo nosotros entendemos) Si cuando me besa la ansiedad ya no encontraré la
tuya que le haga compañía pero la música siempre te traerá, traidora de tu
decisión, a mi costado.
Culpa es de mi amistad y de la
intensidad de tu inocencia que siempre te lleva a enamorarte de las peores
personas que se te cruzan, de las que sólo te pueden hacer sufrir para
aprenderse a sí mismas.
Y es que creo que a nuestra
amistad, todo le salió mal…
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