Siempre amaneciendo dormida, me levanto queriendo vivir
otras vidas, porque cada día el vértigo
me ha dejado dolida. Cuando los silencios son una plaga y mis días empiezan a
las dos de la madrugada.
Formo parte de un ejército de imbéciles, de miserables,
aguantándose la cordura en un afán de callar aquella voz de la conciencia que
cada vez se vuelve más dura. Corriendo siempre por garchar el tiempo, danzando
siempre a premura.
Pero qué de malo tiene soñar en insomnio? Aunque los minutos
llegan caducados y termines siempre estrellado.
En una sociedad en donde todos quieren algo y nadie regala
nada; pues hasta las sombras que nos acechan nos sacan los intereses, nunca mal
devengados.
Voy bebiéndome mis ansias, jugando al profe de andanzas; cuando
en realidad las resacas me tienen de a malas. Muchas ausencias, pocas
nostalgias.
Será que se me pone gris el destino cuando escribo o escribo
cuando me deprimo?
Si las tristezas se me agrupan en el alma y los abrazos siempre
me dan migraña, quién aguanta mis desvaríos? Siempre renegando de adolescentes
en amoríos.
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